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El cabecero, a un lado de la cama, es la pieza central de cualquier dormitorio. Va más allá de su simple función de reposacabezas y soporte de almohada para convertirse en el elemento central de la estética y el confort. El cabecero ofrece una oportunidad única para personalizar tu espacio y marcar el tono de tu decoración, al tiempo que añade un toque de elegancia y calidez. Ya sea por su forma, material o tamaño, el cabecero se adapta a los distintos estilos y refuerza su singularidad.
Para encontrar el cabecero que encaje con el diseño de tus muebles y de tu dormitorio en general, aquí tienes los puntos que debes tener en cuenta antes de hacer tu elección.
Cuando no está fijado directamente al somier o al marco de la cama, el cabecero se puede colocar de dos formas distintas entre la cama y la pared: en el suelo o colgado de la pared.
Un cabecero de pie tiene varias ventajas: es fácil y rápido de instalar, y no hace falta taladrar la pared. Sin embargo, tiene un inconveniente (que no es realmente un inconveniente, por cierto): no se puede elegir la altura a la que se coloca. Y con un poco de ropa de cama alta ocultarás buena parte de tu cabecero y te restará comodidad.
Para evitarlo, puedes optar por un cabecero suspendido. Se adapta a cualquier tamaño de cama, para que puedas sacarle el máximo partido.
Un cabecero de madera es una gran elección si quieres añadir calidez a tu dormitorio. La madera, material natural, es una opción atemporal, sencilla y elegante, que además garantiza la longevidad del cabecero gracias a su robustez. Su textura, nudos y motivos naturales añaden una dimensión orgánica al espacio. El roble, el pino y la teca se presentan en toda una gama de tonos para crear un ambiente único en tu dormitorio, sobre todo si optas por un cabecero de madera tallada.
Con su caña trenzada, el cabecero de ratán aporta un aire natural y bohemio al dormitorio. Su diseño sencillo aporta una sensación de ligereza, que también complementará una decoración ligera y suave: el toque perfecto para hacer de tu dormitorio un nido acogedor.
Fabricado con un material símbolo de versatilidad, el cabecero de tela ofrece multitud de posibilidades, tanto en lo que se refiere a los colores como a las texturas del mueble. Del lino al terciopelo, adornarás tu habitación con discreción y refinamiento. Además, los cabeceros suelen estar tapizados, para que puedas sentarte a leer o simplemente relajarte cómodamente.
Ten en cuenta que un cabecero de tela es un mueble difícil de mantener y tenderá a ensuciarse con facilidad. Para solucionar este problema, existen cabeceros con fundas extraíbles que se pueden meter en la lavadora.
Símbolo del lujo y la elegancia, un cabecero de piel o polipiel confiere a un dormitorio un aspecto sofisticado. Las diferentes tonalidades de la piel y su aspecto añaden un toque de elegancia y refinamiento a tu decoración que no harán sino aumentar tu encanto con el paso del tiempo. Al igual que el cabecero de tela, se trata de un mueble cómodo.
La sencillez del cabecero cuadrado le confiere un aire moderno y despejado. Sus líneas rectas, limpias y sencillas son perfectas para dormitorios contemporáneos que tienden a una estética minimalista, pero no sólo eso. Dependiendo del material de tu cabecero cuadrado, podrás crear multitud de ambientes, a cual más elegante.
La forma más orgánica del cabecero redondeado evoca suavidad y fluidez, ideal para crear un ambiente relajante en tu dormitorio. Sus curvas ofrecen una estética delicada, sinónimo de confort, paz y tranquilidad, tres dimensiones que se esperan de una habitación cuya función principal es el relax.
Elegir un cabecero tapizado significa elegir un mueble que combina comodidad y estética, ya que su tapizado sólo es posible gracias a su acolchado, que le aporta una sensación de suavidad y elegancia. Añadirá un toque de sofisticación a la habitación.
Práctica y funcional, la mesilla de noche con almacenaje aprovecha al máximo el espacio integrando soluciones de almacenaje, como mesillas a ambos lados de la cama.
Un cabecero alto creará un llamativo punto focal en tu dormitorio, para convertirlo en la pieza decorativa en torno a la cual se construye todo el ambiente. Su altura es perfecta para aportar equilibrio y armonía a un dormitorio espacioso. Teniendo esto en cuenta, el cabecero bajo es más adecuado para espacios pequeños, ya que mantiene una estética elegante a la vez que añade un toque de comodidad. No dominará la estética de tu dormitorio, sino que la complementará discretamente.
La armonía entre el cabecero y la propia cama suele basarse en sus dimensiones proporcionales. Un cabecero del mismo ancho que tu cama dará a tu dormitorio un aire minimalista. Un cabecero ligeramente más grande que la cama le dará un toque acogedor a la par que sofisticado.
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